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miércoles, 22 de diciembre de 2010

El Reino Terrenal Milenial... con un Rey presente!


¿Es ahora el Reino de Dios o todavía tiene que venir?...

«Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino» (Lucas 23: 42)

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar que viniera el Reino, estaba hablando del Reino al que hacía alusión el profeta Daniel: El prometido Reino Mesiánico. Si creemos que la Iglesia ha de establecer el Reino anunciado por Daniel, estamos en un gran error. Ese Reino es el llamado “Reino Mesiánico” o “Reino de Cristo”. Este será un Reino literal, no sólo espiritual, que abarcará todo el planeta y durará mil años(ver Dan. 2: 44; 7: 13, 14; Is. 9: 6, 7; Hchs. 1: 6, 7; Ap. 20: 6, etc.). Las profecías del Antiguo Testamento acerca del dominio mundial, paz, justicia, Reino de Dios en la tierra, y verdadera Teocracia serán cumplidas solamente cuando Cristo regrese en gloria, jamás antes. Sólo Cristo puede gobernar a los hombres según la voluntad de Dios y lo hará cuando regrese, no lo hará la iglesia.




Leemos en la Palabra: «Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti» (Salmo 22: 27). Aquí el salmista David, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que en un futuro se volverán al Señor todas las familias de las gentes desde todo rincón del planeta. Esto no ha ocurrido jamás y no ocurrirá sino hasta cuando Cristo vuelva en gloria. La confirmación de esto último la tenemos en el versículo siguiente: «Porque de Jehová es el reino, y Él regirá las naciones».Cristo será el que regirá las naciones en Su reino!

En muchos círculos eclesiales lo que se está enseñando es que la Iglesia está llamada a establecer el Reino en esta tierra, y en ese sentido se anima a todos los creyentes a avanzar en esa acción y dirección. Se está predicando y enseñando como cierto el “Avivamiento” Mundial, la Reforma total a escala mundial, la Cristianización del planeta, el Establecimiento del Reino sin el Rey presente, y el Reino de la Iglesia de Cristo. No obstante, la Iglesia no está aquí y ahora para establecer el Reino en este mundo. La Iglesia está aquí y ahora para dar testimonio de Cristo al mundo (Hchs. 1 8), predicar el Evangelio (Marc. 16: 15), hacer discípulos y bautizarlos (Mt. 28: 19); soportar la persecución si es preciso (2 Ti. 3: 12), influenciar la sociedad siendo sal y luz, buscando mediante la oración y el buen testimonio el cambio de los corazones de los hombres (Mt. 5: 13, 14; 1 Ti. 2: 1) y luchar espiritualmente bajo la dirección del Espíritu Santo (Ef. 6: 12). La verdadera Iglesia, en comparación del resto de la humanidad, nunca será más que una minoría menospreciada y rechazada como lo fue su Maestro (Mt. 7: 13, 14; 22: 14; Lc. 12: 32; Jn. 15: 20).

No seamos ingenuos. No olvidemos que el mundo detesta el Reino de Dios y su Espíritu; y así como la Iglesia y el mundo son antagónicos, así el Reino de Dios y el mundo son antagónicos. Por eso el apóstol Juan nos exhorta a no amar el mundo: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» (1 Juan 2: 15-17). El Reino en el que ahora vivimos los verdaderos cristianos no es un Reino terrenal sino espiritual. Jesús mismo aclaró que Su Reino no era de este mundo (Jn. 18: 36), y esto sigue siendo así.  Recordemos que la Biblia dice que «Nosotros somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno» (1 Juan 5: 19).

Cristo nos encomendó la tarea de ser testigos (Hchs. 1: 8) primeramente en Jerusalén, luego en Judea, Samaria, y lo último de la tierra; nunca nos encomendó el establecimiento visible de Su Reino sobre esta tierra. Ningún ser humano puede levantarse como representante de Jesucristo en esta tierra con el fin de aplicar una Teocracia antes de que Él vuelva. El Reino antes del Rey es “Reino Ahora” (Kingdom Now). Esto se conoce como postmileniarismo, falsa doctrina que no fue entendida así por los primeros padres de la Iglesia (tales como Justino Mártir, Ireneo, Tertuliano) y que no apareció sino por mano de Orígenes en el siglo III. Posteriormente, Agustín de Hipona (s. IV-V) se encargó de establecer esa doctrina al inicio de la iglesia católica romana. Démonos cuenta del hilo conductor que arranca de Orígenes y su espíritu alejandrino apóstata y su enseñanza postmileniarista, y que llega hasta nuestros días en la manifestación del dominionismo carismático y ecuménico. El nulo entendimiento de la profecía bíblica, junto con las pretensiones de dominio, fruto de la ambición y codicia de sus profesantes -entre otras cosas- es lo que ha llevado a muchos a ser creyentes de que Ahora es el Reino.

Uno de los defensores del Restauracionismo (Dominionismo), se pregunta y responde: «¿Podría Jesús venir hoy? No, ciertas cosas tienen que cumplirse antes de que Jesús pueda volver». Pero decir que el Señor Jesús no puede volver aún (porque según estos maestros, él no puede volver porque la Iglesia todavía no ha terminado su labor de establecer el Reino), es trágico, blasfemo, herético. Estos señores no esperan la venida de Cristo, ¡esperan la glorificación de la Iglesia aquí en la tierra sin Cristo presente! Claramente los dominionistas lo exponen de esta manera: «…puedo decir con la autoridad de Dios, que Cristo no puede y no volverá hasta que hayamos manifestado el Evangelio del Reino a las naciones de la tierra. Esa tarea demanda una Iglesia madura, que constituya una alternativa a los reinos del mundo. Eso es el todo acerca de la Iglesia, y el regreso de Jesucristo depende de nosotros» (Earl Paulk; The Great Escape Theory, p. 14). Ciertamente la Biblia nos dice que como Iglesia debemos predicar el Evangelio a toda criatura (Marc. 16: 15) y esa es parte de la Gran Comisión, pero extrapolar esto y decir que tenemos que manifestar una alternativa de poder y gobierno sobre los reinos del mundo para que así pueda regresar el Señor, es otra cosa. También decir que “el regreso del Señor depende de la Iglesia”, es herejía. El regreso del Señor depende del Padre y no de la Iglesia. Es el Padre el que envía al Hijo para desposarse con su novia, la Iglesia. No es la novia la que dice cuándo ha de venir el novio a por ella.

Hoy en día los satanistas se están introduciendo en las congregaciones cristianas con la meta de destruirlas, y los pastores parece que no se están percatando de nada de esto. El ex satanista William Schnoebelen asegura lo siguiente: Créame que puede estar seguro de quecualquier iglesia con más de cincuenta miembros tiene brujos y brujas presentes en su medio, durante cualquier servicio dominical» (libro Lucifer destronado, pág. 220.) No podemos dudar de esa realidad porque la misma Palabra de Dios nos lo advierte: «…falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras»  (2 Corintios 11: 13-15).

Los cristianos estamos de paso en esta tierra. No hemos sido colocados aquí para echar raíces en este actual orden de cosas. Nuestra ciudadanía está en los cielos, no aquí en la tierra (Fil 3: 20). El Reino de Dios se acercó con la venida de Jesús a esta tierra y se quedó en la Iglesia y para la Iglesia. Por ello Jesús exhortaba de este modo: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1: 15). ¡La Iglesia de Cristo sí debe vivir en el Reino de Dios! La Iglesia es extranjera y peregrina en este mundo, pero llegará un día en que Cristo vendrá a por ella (1 Co. 15:  51-53; 1 Ts. 4: 13-18). La ciudadanía de la verdadera Iglesia no es terrenal sino celestial: «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo» (Filipenses 3: 20, 21). Los cristianos vivimos en el Reino de Dios, estando aquí en la tierra. Jesús predicó el evangelio del Reino (Mt. 24: 14), que son las Buenas Nuevas para la entrada de los verdaderos creyentes en Cristo al Reino de Dios, por medio de poner la fe en Cristo y en su obra de la cruz y posterior resurrección. De esta manera nacemos del Espíritu (Jn. 3: 3) y pasamos a ser ciudadanos del reino de los cielos. Este es el mensaje que predicaron los apóstoles y la Iglesia primitiva (Hchs. 8: 12; 28: 31), y es el mensaje que hay que seguir predicando sin añadiduras.

La Teología de Dominio enseña que la Iglesia debe establecer el Reino de Dios como un reino literal y físico en esta tierra. Sólo cuando este objetivo sea logrado, Jesús podrá retornar a la tierra. La Teología del Dominio supedita el regreso de Cristo a lo que ellos logren, no al deseo del  Padre(como dice Jesús mismo en la Biblia). Esta Teología es también conocida como “El Reino Ahora”,  “El Reino Presente”, “Dominionismo” y “Teología de la Restauración”, y basa sus ‘argumentos’ en 4 columnasdoctrinales: 

1)  (Dicen que) cuando Adán y Eva sucumbieron a la tentación, perdieron dominio sobre la tierra y Satanás tomó control.

2) (También dicen que) Dios también perdió el control y desde entonces está buscando “un pueblo del pacto” que sea Su “extensión” o “expresión” en la tierra.

3) (Los domininistas creen que) La Iglesia (o según algunos, un pequeño grupo llamados “los vencedores”) es el instrumento de Dios para recuperar ese dominio y arrebatarlo de manos de Satanás.

4) (Por eso se atreven a decir que) Jesús no puede volver hasta que la Iglesia  recupere el dominio de las estructuras gubernamentales, sociales y económicas de la tierra.

Fundamental, este esperpento teológico es la sumisión a los modernos apóstoles y profetas, quienes con sus milagros y portentos guiarán a la Iglesia (mundana) hacia la nueva era. Ellos dicen que esos milagros y poderes sobrenaturales se harán por medio del Espíritu Santo, quien les otorga (a ellos) todos los dones que los apóstoles tuvieron en el primer siglo. Como toda autoridad en el cielo y en la tierra le ha sido dada a Jesucristo, y los creyentes somos hoy habitados por el mismo Espíritu que habitó en Jesús, dicen los dominionistas que también los creyentes tenemos toda autoridad en el cielo y la tierra, y hasta podemos hablarle cosas a la existencia y por ende, crear el Reino en la tierra antes que Jesús retorne (por eso usan frases como ‘yo decreto/reclamo/proclamo/ato/desato/anulo/cancelo’… frases típicas de la metafísica y la nueva era).

Pero el Dominionismo no es nada nuevo; ha estado con nosotros desde el Tercer Siglo en diferentes formas y bajo diferentes nombres. Esta absurda Teología ha sido rescatada ahora por una serie de hombres y mujeres que se autoproclaman y titulan profetas y apóstoles (sin vergüenza ni reparo alguno). Estos ‘milagreros’ han comprobado ser falsos maestros en muchas otras doctrinas que proponen, y sobre todo en la forma que manipulan a sus seguidores con el fin de extraer dinero de ellos (por aquello de que no podemos tomar control del mundo sin dinero). Su accionar es tan descarado que me lleva a pensar que usan la Teología del Dominio a fin de enriquecerse (porque raíz de todos los males el amor al dinero). Yo no los considero cristianos, no siguen al Cristo de las Escrituras sino a un Cristo personal, hecho a la medida de las necesidades…

No puede haber un Reino sin Rey. Por lo tanto, cuando venga Cristo, el Rey, tendremos el Reino… no antes!


Por/ Pastor  Miguel  Rosell

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